4 agosto 2025
4 minutos
Sumérgete en siglos de historia española en el Palacio Real de Madrid: una joya arquitectónica donde el arte, la realeza y el esplendor se dan cita en cada rincón.
4 agosto 2025
4 minutos
A pocos pasos del bullicioso centro se alza majestuoso el Palacio Real de Madrid, testigo silencioso de la historia de España. Esta imponente construcción domina la Plaza de Oriente y se asoma al Campo del Moro, un remanso de paz en pleno corazón de la capital, que también los madrileños utilizan como zona de descanso. Sin embargo, es poco probable que te encuentres aquí a miembros de la familia real, ya que, aunque sigue siendo la residencia oficial de la Corona española, la familia real optó por establecer su residencia habitual en el Palacio de la Zarzuela. Por eso, hoy en día se puede visitar parte del palacio, ya sea en visitas libres, con audioguía o acompañados por guías expertos.
Dirección: Plaza de Oriente, Madrid; Metro líneas 5 y 2, estación Ópera; Entrada: desde 14 € adultos (7 € reducida); Jardines gratuitos
Horario: de lunes a sábado, de 10:00 a 18:00; domingos, de 10:00 a 16:00 (última entrada una hora antes del cierre).
Cruzar el umbral del Palacio Real de Madrid es adentrarse en un mundo donde cada piedra cuenta una historia. Sus orígenes se remontan a la época musulmana, aunque el edificio actual comenzó a construirse en el siglo XVIII tras un devastador incendio que destruyó el antiguo Alcázar. Circulan leyendas sobre la posible intencionalidad del incendio, atribuido a la corte de Felipe V, ya que no les gustaba la idea de convertir el edificio en un palacio. Lo que sí sabemos con certeza es que la nueva construcción aspiraba a convertirse en el centro neurálgico del poder real, albergando no solo las estancias de la familia real, sino también las oficinas de gobierno y las dependencias del personal de servicio.
Por supuesto, a lo largo de las décadas, los monarcas sucesivos tampoco se quedaron atrás con sus ideas y diseñaron partes del palacio según sus gustos. Carlos III, amante del arte italiano, encargó magníficos frescos a reconocidos artistas, mientras que Alfonso XIII, último rey en habitarlo permanentemente hasta 1931, contribuyó a configurar muchos de los espacios tal como los conocemos hoy.
Aunque hoy en día ya no hay princesas ni reyes de verdad paseando por sus venerables salas, merece la pena visitarlo. Con sus más de 3000 estancias, 850 ventanas, 250 balcones y 110 puertas, el Palacio Real de Madrid ostenta el título del palacio real más grande de Europa Occidental en uso. Cada sala es un testimonio del refinamiento y la grandeza de la monarquía española: deslumbrantes arañas de cristal, mobiliario de época y espejos enmarcados en oro que se elevan hasta los techos crean una atmósfera de inigualable majestuosidad.
¿Sabías que? Las visitas guiadas oficiales se ofrecen en español e inglés. Para otros idiomas, recomendamos la audioguía o la aplicación oficial del Palacio, cuyo código de acceso encontrarás en tu entrada.
El interior está tan bien conservado que no te será difícil imaginar la vida de la nobleza en la corte mientras paseas de una sala a otra: cómo el rey y la reina, con sus vestimentas ondulantes, se sentaban en los tronos tapizados en terciopelo rojo del Salón del Trono para recibir a visitas de alto rango, o cómo el servicio limpiaba con sumo cuidado el polvo de la vajilla de porcelana, de gran valor, en el Gabinete de Porcelana.
El interior está tan bien conservado que tampoco es difícil imaginarse la vida cortesana: el Salón del Trono, con sus tronos tapizados en terciopelo rojo, donde los monarcas recibían a ilustres visitantes, o el Gabinete de Porcelana, donde delicadas piezas eran custodiadas con extremo cuidado.
Y, como no, el Salón de Columnas, que quizá te resulte familiar, ya que aquí fue donde el rey Juan Carlos cedió el trono a su hijo Felipe VI en 2014. Un poco más al este, en el Comedor de Gala, hay una mesa que podía acoger a más de cien comensales. Quienes se sentaban a esta mesa tenían tiempo suficiente entre plato y plato para perderse, contemplando los frescos del techo, las alfombras de las paredes y el colorido juego de luces de las arañas de cristal.
En la Real Cocina, uno se imagina a cocineros y pinches de cocina trabajando afanosamente, corriendo de un lado a otro entre los fogones y las mesas de trabajo. El mobiliario y los utensilios de cocina están muy bien conservados, la luz se refleja en las ollas y sartenes de cobre rojizo, y los hornos de leña parecen estar esperando a que se enciendan para el próximo banquete.
La Real Capilla merece mención especial por su grandiosidad. Coronada por una impresionante cúpula decorada con frescos alegóricos de renombrados artistas. Cada miembro de la corte tenía su lugar fijo en la capilla y se prohibía la entrada al pueblo llano. Durante las ceremonias, era común que conjuntos musicales amenizaran los oficios religiosos.
¿Sabías que? En la Sala de los Stradivarius, considerada una de las más valiosas del mundo, los amantes de la música pueden admirar una excepcional colección de valiosos originales del maestro luthier italiano del mismo nombre
La Real Armería alberga una de las colecciones de armas y armaduras más importantes de Europa, con más de 3000 piezas que datan desde el siglo XIII. Las armaduras, montadas sobre réplicas de caballos a tamaño natural, evocan épicas batallas medievales y el esplendor de la caballería española.
No te pierdas: El cambio de guardia, una espectacular ceremonia que tiene lugar los miércoles y sábados de 11:00 a 14:00 horas frente a la Puerta del Príncipe.
El palacio guarda otros secretos fascinantes: ingeniosos juegos de espejos que multiplican la luz natural y una red de pasadizos secretos, herencia de Felipe II, que permitían a la realeza moverse discretamente por el edificio. Estas puertas ocultas y corredores son testigos mudos de intrigas palaciegas y momentos históricos.
Una vez que hayas abandonado los venerables salones del Palacio Real de Madrid, no debes dejar de visitar los jardines y parques que rodean el palacio. Los Jardines de Sabatini, diseñados en el siglo XVIII, ofrecen un remanso de paz con sus fuentes, setos geométricos y espléndidas vistas del palacio. El íntimo Jardín de la Reina y el Jardín del Príncipe sorprenden por su diseño romántico, donde parterres florales conviven con senderos sombreados y estanques que invitan al descanso.
Y si no has tenido suficiente con el esplendor real, puedes continuar la visita por el Campo del Moro, que se encuentra detrás del Palacio Real de Madrid. Pasea por aquí, como lo hacía antaño la corte del rey, entre cuidados céspedes y elegantes avenidas. Si el tiempo lo permite, este enorme parque del siglo XIX es también el lugar perfecto para un pícnic con vistas al palacio.
Consejo: El acceso a los jardines es gratuito y permanecen abiertos desde el amanecer hasta el atardecer.
El Palacio Real de Madrid es una visita imprescindible que merece al menos medio día para apreciar su grandeza, ya sea para explorar su interior o simplemente pasear por sus magníficos jardines. Desde algunos hoteles céntricos, como el moderno Mercure Madrid Centro o el creativo ibis Styles Madrid Prado, llegarás caminando en menos de 30 minutos, con la ventaja adicional de estar cerca de los principales museos de la capital.
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