9 diciembre 2025
6 minutos
¿Te imaginas visitar unas ruinas «vivas»? Dougga nos habla de un pasado de prosperidad y convivencia entre tres culturas a través de su arquitectura, mosaicos e inscripciones.
9 diciembre 2025
6 minutos
Situadas al norte de Túnez, a 600 m sobre el nivel del mar, entre olivares y con magníficas vistas del valle a sus pies, se erigen las ruinas de Dougga, un enclave arqueológico protegido por la Unesco. Esta antigua ciudad númida, púnica y romana es una de las mejor conservadas del norte de África. Dicha convivencia de culturas lo convierten en un enclave fascinante, cargado de historia, arte y edificios que te transportan a un pasado remoto. La llamada «Pompeya africana» por el arqueólogo francés Louis Poinssot te abre las puertas a la vida cotidiana, las costumbres y los rituales que, aun singulares, han creado los cimientos de la vida moderna. Adéntrate por sus calles empedradas, descubre historias y curiosidades, y ten en cuenta algunos consejos prácticos para hacer que tu visita sea más memorable.
Cuando planifiques tu viaje a las ruinas de Dougga, prepárate también para viajar por más de dos mil años de historia. Piensa en antiguas civilizaciones, en personas que, en su día, rendían culto en los templos, regateaban en el mercado o llenaban de alboroto el teatro. Fíjate en los restos que nos quedan de estos mundos perdidos para hacerte una idea de cómo era la vida aquí. Para ello, contrata los servicios de un guía local autorizado, que te mostrará numerosos datos y curiosidades del sitio, o explora a tu aire. La siguiente ruta recomendada dura unas dos horas y media, y tiene un recorrido ascendente para que te resulte más fácil.
Información útil: las ruinas están abiertas todos los días de 8:30 a 17:30 (invierno) y de 8:00 a 19:00 (verano). Entradas: 8 dinares tunecinos (unos 2,35 €) para no residentes.
Tras visitar los rincones más destacados de Dougga, seguramente sientas curiosidad por conocer mejor cómo se creó este enclave tan singular y cómo era la vida cotidiana. Las inscripciones, los restos de columnas y edificaciones y, en general, el buen estado de conservación te permiten ahondar en la historia fascinante de estas ruinas. Prepárate para viajar a la Antigüedad.
Su nombre proviene de Thugga, un asentamiento númida (bereber) que ya existía antes de que llegaran los romanos, y data aproximadamente del siglo IV a. C. Su ubicación estratégica en la colina permitía no solo explotar las tierras fértiles, sino también, defenderse de invasores y controlar las rutas comerciales entre Cartago y el interior de África. Posteriormente, en la etapa púnica, Thugga aprovechó sus recursos agrícolas para crecer, erigiendo templos y altares que reflejan la importancia de la religión y la familia.
Tras la derrota de Cartago en el siglo II a. C., Roma comenzó a expandirse en la región y la ciudad pasaría a formar parte del Imperio Romano. Con el tiempo, llegaron las infraestructuras típicas de las urbes mediterráneas, así como calles pavimentadas, foros, basílicas, templos romanos, termas públicas y teatros. No obstante, las raíces de Dougga siguieron muy presentes, manteniendo cultos púnicos y libios junto a los romanos, creando una mezcla cultural única.
Busca en la zona central pavimentada del foro la inscripción que conmemora la elevación de Dougga a municipium romano, un hecho que evidencia su diversidad social, adaptabilidad y orgullo cívico.
Imagina las ruinas que ves ante ti como una próspera ciudad con una rica vida social, donde convivían lugareños, mercaderes, soldados y esclavos. La base de su economía era la agricultura, especialmente, el cultivo de trigo, aceitunas, higos, uvas y cebada; esto dio lugar a un comercio muy intenso con distintas regiones del Imperio, así como a una diversidad del estatus social que se reflejaba en las viviendas. Agricultores y artesanos vivían en casas pequeñas y humildes en la parte baja de la ciudad, mientras que las familias más pudientes vivían en domus, equipados con patios centrales, cisternas privadas e incluso letrinas.
Los cargos principales, como magistrados, ediles o sacerdotes, eran ocupados por hombres procedentes de familias nobles. Los esclavos eran parte integral de la sociedad y, con el tiempo, podían comprar su libertad y prosperar. La estructura familiar era patriarcal, aunque la mujer era el pilar de la economía doméstica, participaba en cultos y podía poseer propiedades. Esta comunidad tan diversa socializaba y tenía contacto cotidiano en el foro, el teatro o las termas, pero sobre todo, participando en festividades religiosas, como desfiles, ofrendas agrícolas o celebraciones que veneraban divinidades africanas y romanas. Era, por tanto, una sociedad equilibrada, comunitaria y bastante sofisticada para su tiempo.
Tanto si sigues la ruta recomendada, contratas a un guía o prefieres explorar lentamente sin rumbo fijo, debes tener en cuenta que las ruinas se encuentran en una colina abierta, expuestas a las extremas temperaturas estivales y al turismo. Cuando prepares tu viaje, sigue los consejos siguientes para aprovechar tu visita al máximo sin dejar tu huella en el enclave. Además, si viajas con niños, es conveniente que sigas una serie de indicaciones para que su visita sea lo más segura y divertida posible.
Si viajas en coche, Dougga se encuentra a unas dos horas de Túnez capital, a aproximadamente 110 km al suroeste. Es un recorrido muy bonito entre viñedos y colinas y, si no te apetece conducir, pásate por alguna agencia de turismo tunecina, ya que suelen ofrecer excursiones organizadas.
Disfrutarás más la visita en primavera, cuando la temperatura oscila entre 20 °C y 28 °C por el día y el cielo está despejado. Ten en cuenta que el yacimiento carece de zonas de sombra, así que lleva un sombrero, protector solar y agua. El calzado debe ser cómodo y antideslizante, preferiblemente cerrado. No hay restaurante en el sitio, pero a la vuelta, puedes hacer una parada en Téboursouk, una pequeña localidad a 5 km, famosa por su aceite de oliva y su cuscús de cordero y verduras.
Descubrir las ruinas de Dougga en familia puede ser una experiencia muy divertida y enriquecedora. Despierta su espíritu explorador con historias sobre gladiadores y teatros, dales pistas para que jueguen a encontrar templos o mosaicos, o lleva un cuaderno para que dibujen lo que vean o una cámara solo para ellos. Evita las calurosas horas centrales del día y, además de las recomendaciones básicas, lleva también un pequeño botiquín con tiritas y repelente para mosquitos, así como tentempiés ligeros (fruta, galletas o frutos secos). Deja que disfruten de este increíble espacio al aire libre, pero por su seguridad, es mejor que no se suban a muros altos ni zonas sin barandilla.
Recomendación de hotel: si decides alojarte en Túnez, el Novotel Tunis es una opción ideal para familias, equipado con piscina, spa, zona de videojuegos para los niños y aparcamiento para facilitar tus desplazamientos.
Dougga recibe unas 50 000 visitas al año y, para que todos podamos seguir disfrutando de este tesoro arqueológico en el futuro, es muy importante que nos rijamos por unas normas esenciales. Debemos tratar el sitio como un museo al aire libre, donde no debemos tocar ni escalar esculturas ni muros. Ni que decir tiene que hacer pintadas o llevarnos algún resto o piedrecita como souvenir a casa está sancionado. Lo ideal es seguir las rutas señalizadas, de manera respetuosa y calmada, sin adentrarse en zonas acordonadas y evitando dejar basura. Recuerda que no está permitido fumar por riesgo de incendio; puedes hacerlo fuera o en la zona de descanso. Como ves, son reglas muy razonables de buenas prácticas para promover el turismo responsable, que contribuyen a preservar las ruinas.
Visitar las ruinas de Dougga es mucho más que una simple excursión: es una auténtica experiencia cultural, espiritual y estética. Es uno de los legados mejor conservados del continente africano, que nos ayuda a conocer mejor la majestuosidad del Imperio romano, con un arraigo particular a las creencias y tradiciones locales anteriores. Anímate a explorar esta joya tunecina, con un valor que se acrecienta con el paso del tiempo.
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