Cadaqués a través de los ojos de Dalí: luz, mar y surrealismo

Recorrer Cadaqués es caminar por el subconsciente surrealista de Dalí, descubriendo un paisaje donde la roca se vuelve sueño y el mar se funde con la memoria.

Existe un rincón en el extremo nororiental de la península ibérica, donde los Pirineos se rinden ante el mar Mediterráneo con una fuerza espectacular. Cadaqués es una de las joyas blancas más bellas de la Costa Brava, pero para Salvador Dalí este enclave fue su fuente de creatividad, su obsesión y el lienzo sobre el que proyectó sus sueños más delirantes. No se puede entender la obra de Dalí sin sentir el viento de Cadaqués en la cara, y es imposible caminar por sus calles empedradas sin percibir la omnipresencia del genio.

Cómo Cadaqués inspiró a Dalí

Al llegar a Cadaqués, lo primero que impacta es la luz única. La responsable es la Tramontana, el feroz viento del norte que limpia la atmósfera de humedad y nubes, dejando un cielo de un azul insultante y una visibilidad infinita. De pie frente a la bahía, al amanecer, se entiende por qué los cielos de sus cuadros son tan inmensos, por qué los horizontes son tan nítidos y por qué las sombras se alargan de manera dramática. Dalí no inventaba esa luz; simplemente la capturaba.


El casco antiguo de Cadaqués, un laberinto de calles empinadas y estrechas, pequeñas plazas y miradores, se extiende alrededor de la iglesia de Santa María, que destaca en el horizonte. Pasear por sus callejuelas es encontrarse con decenas de galerías de arte independientes, talleres de ceramistas y estudios de joyeros. El pueblo respira creatividad y sigue atrayendo a creadores que buscan en la luz de este pueblo la misma inspiración que encontró el maestro.


En el centro de Cadaqués, la estatua de bronce de Dalí frente al mar es una parada obligatoria. No te pierdas el Casino l’Amistat, un hermoso edificio modernista frente al mar donde dos enormes fotografías en blanco y negro de Dalí y Gala te dan la bienvenida. El Museo de Cadaqués suele albergar exposiciones temporales de gran calidad que exploran la relación de Dalí con Cadaqués, así como sus vínculos con otros genios que pasaron por aquí, como Picasso o Miró.

El santuario de Portlligat

A pocos minutos del centro de Cadaqués, bordeando la costa hacia el norte, se encuentra la pequeña bahía de Portlligat. Aquí, el silencio solo se rompe por el suave vaivén de las barcas de pesca. Dominando la cala, se erige la casa de Salvador y Gala.

Los secretos de la casa-museo: del recibidor del oso al taller

Lo que comenzó como una minúscula barraca de pescadores, fue creciendo como «una verdadera estructura biológica», según palabras del artista. La casa de Dalí tiene una estructura laberíntica y está dividida en tres zonas: el taller, los espacios exteriores y la parte más íntima y privada de la vivienda. No hay dos habitaciones iguales y todas comparten el surrealismo como denominador común, desde el oso polar disecado de más de dos metros de altura en la entrada hasta el dormitorio con un espejo estratégicamente colocado para que Dalí pudiera ver salir el sol desde la cama antes que nadie en España.


El exterior de la casa narra la historia de la vida social, las fiestas y el placer. El patio, con su icónica piscina de forma fálica y los anuncios de neumáticos Pirelli, fue el escenario de encuentros exclusivos en los años 60 y 70.

Conviene saber: es necesario reservar, ya que las entradas vuelan. Intenta reservar la primera hora de la mañana para ver la casa con la luz que inspiraba al pintor y menos grupos.

Cap de Creus, un museo geológico al aire libre

Además de la luz, están las rocas. El parque natural del Cabo de Creus, que abraza al pueblo, es un escenario de cómo la erosión milenaria del viento y el salitre ha esculpido la pizarra y el granito en formas fantasmagóricas. Caminar por aquí es un ejercicio de imaginación activa. Donde un turista ve una roca, Dalí veía una bestia, un rostro o un presagio. Por ejemplo, al fondo de sus famosos relojes blandos se ven los acantilados de Portlligat y el Cabo de Creus, teñidos por el atardecer.


Para amantes del senderismo, la ruta que va desde Cadaqués hasta el faro del Cabo de Creus, pasando por Portlligat, es una peregrinación necesaria. Es un recorrido de aproximadamente 15 km (ida y vuelta) por un sendero pedregoso que atraviesa el paisaje lunar que obsesionaba al pintor. Por el camino, podrás disfrutar de maravillosas vistas al Mediterráneo y bonitas calas, como Cala Jugadora o Cala Culip, perfectas para desconectar, practicar esnórquel y nadar en sus aguas cristalinas.

Sabores del Empordà

Para Salvador Dalí, la comida era un bufé infinito de símbolos para su arte. Sus obsesiones alimentarias (langostas, huevos o erizos de mar) inspiraron muchas de sus obras surrealistas. Incluso los relojes derretidos de su obra La persistencia de la memoria (1931) se inspiraron en el camembert derretido. Tal es su amor por la gastronomía que Taschen publicó Les Dîners de Gala, un bonito libro de cocina que el artista escribió en 1973. Lleva el nombre de su esposa y recoge los platos exóticos que se servían en sus legendarias cenas.


La cocina del Empordà es conocida como la cocina del mar i muntanya, por sus deliciosas recetas que combinan carne y pescado. Para degustarla, busca restaurantes históricos como Casa Anita, un restaurante familiar de cocina mediterránea desde 1960. Su rústico interior está decorado con fotos, entre las que se incluyen muchas de Dalí, asiduo de este restaurante.


📍Casa Anita, calle Miguel Roset, 17488 Cadaqués

De martes a domingo, de 13:00 a 15:00 y de 20:00 a 22:00


Frecuentado habitualmente por Dalí y sus amigos artistas, el Bar Casino está en uno de los edificios más reconocibles del pueblo. Desde la mañana hasta bien entrada la noche, sirve un flujo constante de cafés, cervezas y bocadillos. Si vas al Museo de Cadaqués, verás fotos de Dalí y compañía jugando al billar en la misma mesa que mantienen hoy en día.


📍Bar Casino, plaça Doctor Trèmols, 17488 Cadaqués

De lunes a domingo de 7:00 a 23:00


Si buscas algo más contemporáneo, reserva una mesa en Compartir, si es posible, en el precioso patio amurallado. Abierto en 2012 por tres antiguos chefs de El Bulli, la comida aquí es de las más atrevidas del pueblo. Platos como las costillas de conejo rebozadas con alcachofas y las gambas locales a la plancha con jugo de pollo son excelentes.


📍Compartir, riera de Sant Vicenç, 17488 Cadaqués

De martes a sábado, de 13:00 a 15:00 y de 20:00 a 22:00


Como acompañamiento perfecto, no puede faltar un vino de la D.O. Empordà. Las viñas de esta región, azotadas por el viento, producen vinos con mucho carácter, intensos y minerales, un delicioso reflejo líquido del paisaje.

«En este privilegiado entorno, casi se tocan la realidad y la dimensión sublime. Mi paraíso místico comienza en las llanuras del Empordà, lo rodean las lomas de las Alberes, y alcanza la plenitud en la bahía de Cadaqués. Este país es mi inspiración permanente», Salvador Dalí.

El triángulo daliniano

Si después de esta ruta te gustaría ahondar un poco más y descubrir la esencia de Salvador Dalí, recorre el triángulo daliniano, compuesto por tres lugares significativos para el artista: el teatro-museo de Figueres, la casa-museo en Portlligat y el castillo de Púbol. Estos destinos narran la historia de un artista global que nunca renunció a sus raíces. Aquí encontrarás los ingredientes que alimentaron su imaginación: una luz única, una geología caprichosa y una rica tradición local.


Si Portlligat era el taller y el hogar, Figueres fue el escenario para la inmortalidad. El Teatro-Museo Dalí es la obra surrealista más grande del mundo. Con su fachada rosa y sus gigantescos huevos blancos en el tejado, como si fueran decoraciones de un pastel, aquí se encuentran no solo el sofá de labios de Mae West, sino también numerosas pinturas y dibujos grandiosos, trampantojos y la cripta donde yace enterrado. La ubicación del hotel ibis Styles Figueres Ronda es ideal para visitar el triángulo.


En el pueblo medieval de Púbol, se ubica el castillo del siglo XI que Dalí compró y decoró para Gala a finales de los años sesenta, añadiéndole techos pintados, grifos de baño curvos y dorados, y jardines de estilo francés con esculturas gigantes de elefantes.

Visitar Cadaqués siguiendo los pasos de Salvador Dalí es viajar al interior de una mente brillante, ya sea tomando una copa de vino del Empordà frente al mar, sintiendo la brisa salada en el Cabo de Creus o perdiéndote en el laberinto de recuerdos de Portlligat. ¿A qué esperas para descubrirlo?

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