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Secretos de la ciudadela de Carcasona para descubrir

Una escapada de cuento

“Érase una vez una ciudad de cuento, rodeada de viñedos y protegida por un magnífico castillo de torres circulares”. Así podría comenzar tu viaje por esta mágica ciudad del sur de Francia. Descubre todo lo que hay que ver en Carcasona y disfruta de una escapada de cuento.

Revivir el pasado medieval del País Cátaro

Para entender la importancia histórica de la Cité de Carcassonne hay que retroceder unos 2.500 años. Con los primeros asentamientos en la colina, allá por el 800 a. de C., el lugar empezó a consolidarse como un importante enclave comercial. No sería, sin embargo, hasta la llegada de los romanos y el levantamiento de la primera muralla, cuando empezaría a ganar poder en la zona.  Con posterioridad, visigodos, musulmanes y cátaros harían sus aportaciones particulares a lo que es hoy esta imponente ciudad fortificada. 
Estos últimos, considerados un desafío al poder de la Iglesia Católica, fueron expulsados de la ciudad durante las cruzadas de 1209, pasando del ámbito de la historia al de la leyenda. ¿Te gustaría conocer algunos de los misterios que envuelven este enigmático pueblo de la antigua Occitania? Reserva tu hotel en Carcasona y descubre la simbología que aún se esconde entre los muros de esta ciudad medieval.

Datos curiosos sobre la ciudadela de Carcasona

Habiendo sido la sede de uno de los movimientos heréticos más importantes de la Edad Media, no es de extrañar que la ciudadela de Carcasona siga despertando intrigas y curiosidad entre los visitantes. Por otro lado, se trata de una urbe fortificada en perfecto estado de conservación. En un entorno así es sencillo dejarse llevar por las ensoñaciones de esa época de caballeros, cultos secretos, mitos y leyendas. 
Conocer algunos datos curiosos sobre la Cité hará todavía más atractivo este viaje por la historia y sus entresijos. 
Patrimonio de la Unesco desde 1997
Seguro que te estarás preguntando si el buen aspecto de la ciudadela es parte de la magia y los conjuros que se les atribuyeron a los cátaros. Podría ser una buena justificación, pero la explicación es más mundana de lo que nos gustaría. El buen estado de conservación de Carcasona es obra del arquitecto Eugène Viollet-le-Duc que, en el siglo XIX, dirigió un exhaustivo proceso de restauración. Gracias a su trabajo no exento de polémica (se dice que muchos detalles son producto de su imaginación) esta es la ciudadela medieval mejor conservada de Europa, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1997 y catalogada como Gran Sitio de Francia.
Medio centenar de torres y dos murallas
El recinto de Cité está rodeado por algo más de 3 km de murallas, una exterior y otra interior con 2-3 m de espesor y 10-12 m de altura, que se pueden recorrer por la parte superior. El acceso se realiza a través de cuatro puertas que coinciden con los puntos cardinales, siendo la Puerta de Narbona y su puente levadizo la entrada principal. Ya desde el exterior se pueden contemplar algunas de las 52 torres que se encuentran dispersas por la ciudadela, elevándose entre callejuelas de piedra donde las casas medievales han ido dando paso a talleres, creperías, cafés y tiendas de recuerdos. 
Una fortaleza dentro de otra
¿Cómo pudo producirse el asedio de Carcasona con una estructura así de hermética? Una vez dentro de las murallas descubrirás que en realidad no se trata de una ciudad fortificada, ¡sino de dos! El castillo condal es en sí mismo otra fortaleza, aunque es cierto que no se concibió como tal hasta que pasó a ser domino real francés. Fue tras la expulsión de los cátaros cuando se construyó el foso, la barbacana flanqueada por dos grandes torres y la muralla de parapeto merlonado. 

La leyenda de la Dama Carcas
Cuenta la leyenda popular que el nombre de la ciudad hace referencia a una ingeniosa princesa sarracena que salvó al pueblo de una inminente derrota ante las tropas de Carlomagno. Tras cinco años de asedio y con las despensas vacías, Carcas, esposa de un caballero fallecido, se puso al mando de la defensa. Ordenó hacer un inventario de todo lo que quedaba y, como ya no quedara más que un cerdo y un saco de trigo, ideó una estrategia para confundir al enemigo. Cebó al animal con el grano y lo lanzó por una de las torres. Los enemigos interpretaron el gesto como que la ciudad disponía de reservas suficientes para resistir todo el tiempo que hiciera falta y estos optaron por retirarse. Carcas hizo replicar todas las campanas de la ciudadela y uno de los soldados de Carlomagno, alejándose de lugar, no pudo sino reconocerles la victoria exclamando “¡Carcas sona! ¡Carcas sona!”.

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