Tras la muralla, se encontraba el Foro Provincial. En tiempos romanos, este foro estaba constituido por dos grandes plazas porticadas, en las que se encontraban los principales edificios administrativos, religiosos y culturales de la ciudad de Tarraco.
Hoy en día, puedes ver restos de los pórticos de la plaza romana en los edificios de la Antigua Audiencia – con una gran torre de piedra -, la plaza del Pallol, la plaza del Fórum y el llamado Pretorio.
Pero lo que realmente huele a la Roma más lírica y peliculera es el circo. El de Tarragona es uno de los mejores conservados de toda Europa Occidental. En él se disputaban carreras de carros. Aunque la mayor parte de su estructura se encuentra oculta bajo edificios del siglo XIX, actualmente se puede visitar el extremo oriental, donde podrás ver las gradas, la fachada monumental y las bóvedas del Enrajolat y San Hermenegildo.
El que sí que encontrarás en total plenitud es el anfiteatro, del que podrás ver la arena y parte de las gradas. Construido a principios del siglo II de nuestra era y reformado 200 años más tarde, en él tenían lugar luchas entre animales salvajes y gladiadores, y ejecuciones públicas. De hecho, aquí martirizaron a algunos de los primeros cristianos evangelizadores de la zona, San Fructuoso y sus diáconos. Para conmemorarlo, en el siglo VI, se levantó una basílica visigoda sobre la que se construiría la iglesia medieval de Santa María del Milagro.
Otra de las consecuencias de la muerte de San Fructuoso la podrás ver en la Avenida Ramón y Cajal, donde se encuentra la necrópolis paleocristiana. Desde mediados del silgo III d. de C. aquí comenzaron a instalarse tumbas y mausoleos.
Sin embargo, si estás interesado en los símbolos funerarios, debes visitar la Torre de los Escipiones, situada a unos 6 km del centro de Tarragona, en la antigua Vía Augusta, la calzada romana más larga de España que discurría entre los Pirineos y Cádiz. De planta cuadrada, esta torre, hecha de grandes sillares de piedra, tenía tres bloques diferenciados del que se conservan los dos inferiores.
Por último, pasea por las estrechas calles del casco antiguo de Tarragona al atardecer y contempla el mar Mediterráneo. Tarraco comenzó en él.