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Un encantador paseo a pie por la Judería de Sevilla

La presencia de judíos en la capital hispalense se remonta a antes incluso de la época de los romanos. Perseguidos por estos, por los visigodos, por los musulmanes y por los católicos, el pasado del pueblo sefardí en la ciudad está repleto de puntos de inflexión. El encanto del barrio de la Judería en Sevilla es fruto de todos esos momentos que para bien o para mal marcaron un hito en la historia.

Conoce las raíces de Sefarad paseando por la Judería de Sevilla

Hay sensaciones que sólo se pueden experimentar cuando se entra en contacto directo con la fuente que las inspiran. Es el caso de la Judería de Sevilla y de este laberíntico entramado de calles repletas de historia y tradición.

Puedes empezar tu recorrido en la Plaza de Santa Cruz, corazón del casco antiguo de la ciudad. Lo que en su momento se conoció como la judería sevillana era una extensa zona de la urbe que integraba, entre otros, el barrio de Santa Cruz. No en vano, algunos de los templos religiosos cristianos que han llegado hasta nuestros días se erigieron sobre las antiguas sinagogas de la aljama hebrea.

El legado sefardí más importante se extiende del 1248 al 1492. Pero no te preocupes por la magnitud de esta inabarcable herencia. Dos siglos y medio de historia se recorren con facilidad si te alojas en un hotel como Novotel Sevilla, en el que no te faltará ningún detalle para disfrutar de una estancia confortable y un descanso sobresaliente. Con mucha energía y después de un extraordinario desayuno, este recorrido por la judería sevillana es pan comido.

5 lugares de la judería que no te debes perder

Lo de deambular sin rumbo fijo por las evocadoras callejuelas de este barrio es la mejor manera de sumergirse en el encanto de sus rutinas. No obstante, si no quieres perderte ninguno de los must de la visita, asegúrate de que en el recorrido incluyes estas cinco paradas clave:

1. Plaza de Santa Cruz. Las principales calles del barrio judío convergen en esta plaza rectangular presidida por la Cruz de la Sierpes, obra maestra de la forja sevillana del siglo XVII. A la sombra de los naranjos se erigía la iglesia homónima que fue destruida durante la ocupación francesa y que ahora se ubica en otra zona del barrio.

2. Iglesia de Santa María la Blanca. Es uno de los muchos ejemplos de cómo la influencia de las tres culturas (árabe, judía y cristiana) fue transformando la ciudad también desde el punto de vista arquitectónico. La Iglesia de Santa María la Blanca o de las Nieves se erige sobre una sinagoga que anteriormente había sido una mezquita. En su interior se alojaban los cuadros lunetos originales pintados por Murillo. Víctimas del expolio francés, en la actualidad se conservan réplicas exactas que siguen siendo las protagonistas de los laterales de este templo.

3. Calle Verde. La estrecha calle de San Bartolomé es popularmente conocida por la abundante vegetación que ofrece una sombra más que necesaria en las calurosas tardes sevillanas. Esta particularidad ha hecho que este rincón de arquitectura tradicional sea más conocido como la calle Verde que por su nombre real. Pese al romanticismo del lugar, no todo lo que se cuenta de esta callejuela es precisamente idílico. Una sangrienta revuelta en el siglo XVI y un misterioso fantasma en 1992 protagonizan la parte más oscura de la historia de este lugar.

4. Plaza de los Refinadores. La estrechez de las laberínticas calles de la judería te dará un respiro en esta plaza, probablemente la más abierta de las que conforman en barrio de Santa Cruz, tanto que las palmeras tienen la oportunidad de alzarse en su interior. Pero ésta no es la única particularidad del lugar. La Plaza de los Refinadores está presidida por la estatua del Don Juan de Zorrilla, el eterno galán que de noche buscaba entre estas a sus nuevas conquistas.

5. Patio de Banderas. Sin abandonar las murallas del Alcázar de Sevilla y en el límite del barrio de Santa Cruz, tienes la oportunidad de hacer la foto perfecta de La Giralda. El Patio de Banderas, llamado así por la hilera de banderas pintadas sobre la muralla que conducía hasta la Plaza del Triunfo, ofrece una perspectiva sensacional de la torre del campanario de la Catedral de Sevilla, así como un agradable espacio en el que sentarse y reponer fuerzas a la sombra de los naranjos al final de este fantástico recorrido.

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