Banyan Tree Ringha

Restaurant staff are excellent. Attentive and efficient. View from the room is nice but the room itself is a little untidy and the layout is a bit strange.

We were looking for a peaceful location to immerse ourselves in the natural beauty of the Shangri-la landscape, and the Banyan Tree Ringha was perfect for this. Nestled among other farm houses outside of Ringha village, the Banyan Tree property's footprint is small and inconspicuous. I couldn't help but marvel at the hotelier's choice of location, with snowy mountains visible far away into the horizon, a peaceful river down below in the valley, and wild forests still inhabited by wild bears. Nearby, the Gyalthang Ringha Monastery sits on a quiet hill hugged by colourful prayer flags, the wind echoing their prayers for compassion, peace and loving kindness, and temple bells jingle lightly, in harmony with the deeper yak bells in the distance. And the stars are beautiful at night. We found ourselves transported into a tibetan home, authentic yet with the familiar pamperings of Banyan tree scents, stylings and amenties. We ate there during the entire duration of our 2 night stay, and the menu was enough for us. Lovely gentle staff too, always happy to cater to our needs.

Nos alojamos en el Banyan Tree Ringha dos noches este mes de agosto. Veníamos de otras dos noches en el Banyan de Lijiang, muy bien por cierto. El lugar es espectacular pero no cumple las expectativas de una cadena internacional de este nivel. El nivel de servicio es muy inferior al exigible en un hotel de lujo: servicio pobre, mantenimiento de instalaciones y habitaciones no adecuado, el nivel del desayuno pésimo y servicio de lavandería externalizado con perdida de control y calidad. Somos unos viajeros acostumbrados a escoger buenos hoteles de lujo en todos aquellos países que visitamos y hemos de decir que es la mayor decepción que nunca hemos tenido en una cadena internacional.

No puede ser que en un hotel Banyan Tree nos psen las siguientes cosas: LLegar al hotel y tener la habitación congelada sin haberla calentado antes. LLegar al dia siguiente y volver a tener la habitación congelada. Ponernos en una habitación que no funcionava la calefacción, tenernos que canbiar de habitación sin haberla probado antes. Suciedad de muchos dias en las dos habitaciones. LLegar a la recepción y al restaurante y no enchufar la calefacción teniendo que cenar y desayunar con abrigo teniendo en cuenta que en el exterior estabamos a - 5 grados centigrados negativos. Y tambien muy poco personal en el restaurante aunque muy amables. Tambien desayuno bastante escaso. Sobretodo recomendamos no visiten este hotel en invierno que suele durar entre octubre y abril, está una altitud de 3600 metros por encima del mar.

El hotel está a unos 25 km. de Shangri-la y se llega a él recorriendo los últimos kilómetros por un camino de carro en un estado bastante lamentable. El resort tiene la forma de un pueblo, con sus casitas de estilo tibetano, con la recepción,el restaurante y el spa en edificios separados. Nosotros nos alojamos en una "Tibetan suite", que es una villa de dos pisos, con un gran patio a la entrada, con vistas al valle y las montañas. Se accede a la habitación por el piso superior, pasando por un porche con mecedoras de madera. Lo primero que encuentras es un escritorio y una sala de estar con un gran sofá central, el televisor, un gran mueble bar que incluye, además de todo lo usual, un spray de oxígeno (se nota mucho la altitud y puede haber gente que sufra mal de altura). Tras una gran cortina, se encuentra el dormitorio, con una cama tipo futón muy cómoda. Para ir al baño, hay que bajar unas escaleras de madera. Es un baño muy espacioso, con una enorme bañera de madera, a la que hay que entrar subiendo unos escalones de piedra. A cado lado de la bañera están las pilas y enfrente hay un gran banco de madera con las "amenities" de baño, incluyendo un secador grande. Disponemos de albornoces, batines y zapatillas, además de unos trajes típicos tibetanos que están guardados en uno de los armarios del gran vestidor que tiene la habitación, pasada la ducha y la cabina del inodoro. También tiene un tocador. La habitación es fantástica. La peor puntuación del hotel se la tiene que llevar el restaurante: el desayuno es buffet, pero muy escaso y para las cenas a la carta tienen platos internacionales o platos típicos tibetanos. Para no arriesgar, probamos las especialidades tibetanas, pero aun y así, la calidad deja bastante que desear. Si hay que pedir un picnic para ir de excursión, pedid sólo sandwiches. A nosotros nos pusieron ensaladas y frutas pero no incluyeron los cubiertos (ni palillos), por lo que no lo pudimos comer. El hotel está lejos de todo, si no dispones de coche, quedas totalmente aislado de todo.