¿Cómo es la Jerusalén antigua?
Lo primero que debes tener claro cuando visitas las Ciudad Vieja de Jerusalén es que no visitas una única urbe sino cuatro. La parte antigua está divida en cuatro barrios: judío, cristiano, musulmán y armenio. Cuatro áreas que, a su vez, representan una visión particular del mundo. Así, moverse por las estrechas calles de la Ciudad Vieja es ir atravesando fronteras invisibles entre culturas.
Esta experiencia resulta gratificante y agotadora al mismo tiempo. Necesitarás un buen alojamiento en Jerusalén para reponer fuerzas al final de cada jornada si tienes intención de patear hasta el último rincón de la ciudad. Peregrinos, viajeros, locales, comerciantes, soldados… Encuentra tu lugar en este incesante ir y venir de personas y disfruta de una experiencia intensa e inolvidable.
¿Cómo recorrer a pie la Ciudad Vieja de Jerusalén?
Como uno de los centros espirituales más importantes del mundo, gran parte del atractivo de la Jerusalén antigua está en sus templos. Sin embargo, esta ciudad presenta una particularidad que no comparten otros referentes religiosos: su misticismo y su espiritualidad están también repartidos por las calles y plazas de sus cuatro barrios.
Ocho enormes puertas dan acceso a la Ciudad Vieja de Jerusalén, aunque una de ellas, la Puerta de la Misericordia, permanece cerrada. Se abrirá, según dice la tradición judía, con el regreso del Mesías. Las restantes siete puertas son la única forma de atravesar los anchos muros de los más de 4 km de muralla que rodean la parte más antigua de la ciudad.
Te conviene terminara la visita a las murallas en la Puerta Dung, pues es la más cercana al Muro de Las Lamentaciones. El acceso se realiza desde la Plaza Kotel, donde te encontrarás con un amplio dispositivo de seguridad supervisando la entrada, tratándose este de un importante lugar de recogimiento y oración para los judíos. Entre rezos y cánticos, los creyentes dejan sus plegarias en papeles que incrustan entre los huecos de las piedras que protegieron el desaparecido Templo de Jerusalén.
Justo en la parte trasera del Muro de Las Lamentaciones está la Explanada de las Mezquitas, con la reluciente Cúpula de la Roca como protagonista del paisaje. Un lugar sagrado para judíos y musulmanes. Para los primeros, este es el lugar en el que se encuentra la Piedra Fundacional, el centro del mundo; para los segundos indica el punto de la ascensión de Mahoma. Junto a este templo se encuentran otras mezquitas como la de Al-Aqsa y la de El-Marwani.
Aunque supone volver a atravesar las murallas y, por lo tanto, salir de la Ciudad Vieja, merece la pena la visita al Monte de los Olivos para tener una bonita panorámica de esta parte de Jerusalén y de su único acceso tapiado: la Puerta Dorada o Puerta de la Misericordia. Ya de vuelta a la ciudad por la Puerta de los Leones, dirige tus pazos al corazón de la parte antigua. Son muchos los visitantes que deciden conocer una parte significativa de la Ciudad Vieja haciendo un recorrido por la vía Dolorosa.
Según el Nuevo Testamento, este fue el trayecto que recorrió Jesucristo desde el lugar de su interrogatorio y posterior condena hasta el punto de su crucifixión. Un total de 14 estaciones, todas ellas marcadas con paneles, que comienzan en el Pretorio y acaban en el interior de la Basílica del Santo Sepulcro, el punto exacto en el que fue crucificado y sepultado antes de su resurrección. El acceso a la capilla se puede demorar hasta 2 h debido a la gran afluencia de visitantes. Resulta buena idea posponer la visita a última hora de la tarde, poco antes del cierre, y finalizar aquí tu recorrido.
