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de paseo con un salmantino

Salamanca: la ciudad de la piedra dorada

Fuera de las concurridas corrientes turísticas, existe una ciudad mágica y oculta, dispuesta a mostrarse solo a los ojos de los que saben dónde estar, y cuándo estar.

Un artículo de Alfonso Núñez

Salamanca está a un paso de Madrid, pero aún así siempre es capaz de sorprendernos. Es fácil encontrar muchas rutas turísticas que nos enseñen en un agradable paseo por el centro histórico los principales monumentos de la ciudad. 

Plaza Mayor como punto de encuentro

Nos encuentra la tarde sentados en una terraza escondida detrás de la Iglesia de San Julián. Al bordear el Mercado, subimos los peldaños que nos muestran la Plaza Mayor en una perspectiva extraordinaria. Si nos sentamos durante unos minutos en uno de los bancos podremos sentir el verdadero espíritu de esta ciudad. A media tarde, la Plaza es el lugar de encuentro por antonomasia de salmantinos, turistas y estudiantes. En Salamanca, todas las calles llevan a la Plaza, y nuestra ruta no tendría sentido si no empezara aquí. 

Atardecer desde las calles empedradas

Descendemos de nuevo a las empedradas y estrechas calles. Casi corriendo, atravesamos la calle Compañía y nos detenemos justo en medio al encontrarnos con el patio de Escuelas. La estatua de Fray Luis de León mira de frente a la fachada plateresca de la Universidad. Sin tiempo para buscar la rana, continuamos hasta la Clerecía, y nos adentramos en ella por la puerta de la Universidad Pontificia. 
El recorrido por el interior de esta iglesia barroca es sobrecogedor, pero las vistas desde las torres lo son aún más. Lo único malo de las vistas desde la Catedral, es que no ves la propia Catedral en su totalidad. Y desde aquí, el conjunto arquitectónico de Salamanca reclama aún más su grandeza. Desde lo más alto, sobre la estrecha calle Compañía, la cúpula de la Clerecía marca el límite de nuestra visita. El sol amenaza con esconderse justo por detrás, y es la señal perfecta para buscar las mejores posiciones para disfrutar del espectáculo.

Ruta por las Catedrales a media tarde

Seguimos a un grupo de estudiantes con carpeta bajo el arco de la plaza del Corrillo. Mientras rodeamos la escondida iglesia de San Martín, nos encontramos ante nosotros con la Rúa Mayor y, al fondo, imponente, nos espera la Catedral Nueva. Por esta ajetreada calle, en nuestro camino aparecen las torres de la Clerecía y la fachada de la Casa de las Conchas. Y al llegar a la plaza de Anaya, la calle se abre para mostrarnos la Catedral en todo su esplendor. 
Salamanca tiene dos catedrales, aunque parece que solo tiene una. La Catedral Nueva se construyó sobre el conjunto románico-gótico de la Catedral Vieja, lo que convierte a este monumento en una increíble muestra de la evolución artística y religiosa. El conjunto domina todas las vistas de la ciudad y ofrece una perspectiva especial desde el río, cruzando el Puente Romano. Pero probablemente, la mejor vista de la Catedral es sobre ella misma, ya que por dentro de las Catedrales, recorriendo túneles y ascendiendo por estrechas escaleras, podremos ver cómo Salamanca se funde desde arriba con el campo que la rodea. 
A esta hora de la tarde, el sol proyecta sobre la ciudad un juego de luces y sombras que la hacen única. La piedra arenisca de Villamayor nunca es del mismo color según la hora del día, y es precisamente eso lo que hace mágica a esta ciudad. Miramos hacia el sur sobre los tejados de la Catedral Vieja y el color anaranjado de la piedra destaca sobre el verde de la vega del río Tormes. Subiendo un nivel más, ya sobre la Catedral Nueva, hacia el norte las torres de la Clerecía resaltan sobre el horizonte como un faro y nos reclaman una visita. 

Disfrutar la noche de la Ciudad Dorada

Nuestra ruta nocturna en el hotel ibis Salamanca, dejando nuestro espacio de relax para reencontrarnos de nuevo con la vida terrenal. Iremos a apenas unos metros de la Clerecía, donde encontramos La Malhablada, un espacio único para disfrutar de charlas, talleres, exposiciones y sesiones de micro teatro. En su planta más alta, una pequeña terraza nos permitirá ver el sol esconderse por detrás de las torres de las que acabamos de bajar. El color de la piedra irá cambiando al rojo a medida que el sol se esconde. Sin darnos cuenta, la noche nos envolverá mientras la ciudad, ahora iluminada, se convierte de nuevo en la Ciudad Dorada.  

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