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Disfruta, saborea, palpa y siente Oporto

Los mejores planes para disfrutar de Oporto con los cinco sentidos

Oporto no sólo se disfruta con la vista, también con el olfato, el tacto, el gusto y el oído. Por eso te proponemos una guía sensorial por la ciudad lusa para exprimir al máximo una escapada con mucho sentido

El turismo no es sólo ver, también hay que oler, oír, saborear, palpar y sentir; empaparse con los cinco sentidos de una ciudad o un destino de arriba abajo. En muchas ocasiones, un determinado sabor es el recuerdo más imborrable que perdura de un viaje, y eso no se puede fotografiar; queda permanece en la memoria y en este caso en las papilas gustativas para siempre. Prácticamente, en cualquier lugar del mundo se puede practicar este turismo sensorial, sólo hay que estar bien despierto y dejarse llevar. Pero Un buen lugar para empezar a aplicar esta filosofía es Oporto. La ciudad portuguesa brinda una explosión de sabores, olores, sonidos e imágenes imborrables. En gran medida porque aglutina a la perfección una parte importante de la filosofía del país luso. Y lo mejor de todo es que, para experimentar todas las sensaciones, simplemente hay que perderse por las callejuelas del centro, por la Ribeira y, por supuesto, por Vila Nova de Gaia. Para vivir todo esto con más intensidad hay que tener muy en cuenta la amplia oferta de hoteles en el centro de Oporto. Un buen ejemplo es el Mercure Porto Centro Hotel, ubicado junto a la estación de Sao Bento y desde el que se puede recorrer caminando gran parte de los encantos sensitivos de la ciudad del Douro.
Sabores de Oporto

Qué hacer en Oporto para ver, oler, palpar, saborear, escuchar y sentir

Vamos a empezar a recorrer Oporto con los cinco sentidos bien despiertos. Comenzamos por la vista. Sin duda el más típico y también uno de los más agradecidos. Oporto es para tener los ojos siempre bien abiertos, pero nos vamos a quedar con unas cuantas imágenes imprescindibles. Una de ellas, es el puente Luis I visto de noche desde la Ribeira con su iluminación. Otra es esa misma panorámica, pero desde Vila Nova de Gaia. Por supuesto, el recorrido por el magnífico Palacio de la Bolsa. La vista también disfrutará desde el mejor mirador de la ciudad, la Torre de los Clérigos, y en otro más desconocido pero con mucho encanto, el Da Vitória.

De la vista al olfato. Y en este caso tenemos que hablar inexcusablemente de los vinos, los vinos de Oporto. Para ello cruzamos el Douro por el puente Luis I y nos plantaremos en Vila Nova de Gaia, la ciudad hermana y sede de las bodegas más conocidas. Casas como Sandeman, ofrecen recorridos guiados que concluyen con una cata de vinos. El olfato, pero también el gusto, disfrutarán con el sabor inconfundible de los caldos que enamoraron y enamoran a los británicos y a medio mundo.

Pero si de aromas hablamos, tampoco hay que desdeñar el Mercado do Bolhao. En pleno centro se levanta este vetusto edificio donde se mezclan aromas y colores. Un buen lugar además para disfrutar de la cocina tradicional portuguesa a precios muy asequibles.

Pero si hablamos de gastronomía hay que saltar al gusto. Y este sentido en Oporto es sinónimo de bacalao y francesinha, entre otros muchos platos. Para lo primero, un buen lugar para paladearlo es el restaurante Bacalhoeiro en la avenida Diogo Leite de Vila Nova de Gaia. Y en cuanto a la francesinha, el sándwich relleno de carne y cubierto con queso, su inconfundible sabor se descubre a la perfección en el clásico café Majestic de la rua Santa Catarina.

No son menos importantes los sonidos de Oporto, el de su tranvía 22 que recorre el centro de la ciudad, el del funicular que sube al barrio de Batalha, el de los barcos que ofrecen interesantes paseos por el Douro; y también el de las gaviotas en el lujoso barrio de Foz do Douro donde el río muere en el Atlántico.

Pero no hay que olvidar el sonido de la música, como la de los conciertos que se programan en uno de los edificios más singulares de la ciudad, la Casa da Música, y también en el mítico Coliseu. Y, por supuesto, una de las cosas que hay que hacer en Oporto es escuchar fados en lugares clásicos como la Casa das Mariquinhas, junto a la Catedral, o la Casa do Santo Antonio, junto al mencionado mirador Da Vitória.

Y acabamos esta guía sensorial por Oporto con el tacto. El tacto suave de la arena de la playa de Matosinhos, el tacto caliente de un cucurucho de castañas en pleno invierno comprado en uno de los puestos callejeros de la rua de Santa Catarina o el tacto de la madera de la escalinata de la librería Lello, que inspiró a J.K. Rowling para crear la que aparece en Harry Potter.

Pero, sobre todo, en Oporto hay que sentir, aunar la vista, el olfato, el gusto, el oído y el tacto para disfrutar de un viaje que quedará grabado en la memoria.

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